Las Instituciones Financieras de Desarrollo (IFD) juegan un papel fundamental en la transición energética global, aunque representan apenas el 1% del financiamiento total en el sector energético, según revela un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Su influencia trasciende esta pequeña proporción, actuando como catalizadores de inversiones en mercados emergentes y economías en desarrollo, donde el capital privado es escaso y las necesidades energéticas son urgentes.
El 85% de los proyectos de energía limpia actuales se concentran en economías avanzadas y China, dejando a las economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMED) con una inversión mínima en este sector crucial, señala la AIE en un informe reciente. En este contexto, las IFD se posicionan como actores clave, no solo financiando proyectos, sino también proporcionando el apoyo técnico y político necesario para atraer capital privado y facilitar cambios transformadores a largo plazo.
“Las IFD desempeñan un papel crucial al permitir inversiones, brindando apoyo político o asistencia técnica para sectores específicos que sientan las bases para cambios transformadores a largo plazo en los mercados emergentes”, señala el informe.
Transición energética
Entre 2019 y 2022, las IFD desembolsaron un promedio de $us 24.000 millones anuales para proyectos del sector energético, con un enfoque marcado en energía limpia. África, Asia y América Latina fueron los mayores beneficiarios de estos fondos. Sin embargo, la mayor parte del financiamiento de las IFD está estructurado en forma de deuda, lo que responde a la necesidad de asegurar la sostenibilidad financiera y gestionar riesgos en entornos donde el capital es limitado.
“Su alta dependencia de los instrumentos de deuda está impulsada por la necesidad de garantizar la sostenibilidad financiera, gestionar el riesgo y aprovechar el capital limitado para lograr un impacto significativo”, destaca el informe.
Las IFD han demostrado ser especialmente estratégicas al adaptar sus instrumentos financieros a las necesidades de cada región. En África subsahariana, por ejemplo, se combina una alta proporción de Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) con Otros Flujos Oficiales (OOF, por su sigla en inglés), incluyendo donaciones y capital. En contraste, India recibe su financiamiento principalmente en forma de deuda, reflejando su mayor capacidad de pago y una infraestructura más robusta.
Desafíos
A pesar de estos esfuerzos, la movilización de capital privado por parte de las IFD sigue siendo limitada. Entre 2016 y 2022, por cada dólar desembolsado por estas instituciones, solo se movilizaron 33 centavos adicionales del sector privado. Esto es preocupante si se considera que el escenario de emisiones netas cero para 2050 requiere que cada dólar de financiación concesional hasta 2035 desbloquee $us 7 de capital privado.
“Hay mucho margen de mejora cuando se analiza la distribución del capital privado movilizado por grupo de ingresos”, reconoce el informe, subrayando la necesidad de estrategias más efectivas para atraer inversión privada, especialmente en países de bajos ingresos, que reciben apenas el 3% del capital privado movilizado.
El financiamiento climático global superó los $us 100.000 millones en 2022, una meta establecida en 2010. Las IFD jugaron un rol crucial en alcanzar este objetivo, pero el informe de la AIE advierte que se requiere un aumento significativo en el financiamiento concesional para acelerar la transición energética en los EMED. Según estimaciones, se necesitan entre $us 80.000 millones y $us 100.000 millones en financiamiento concesional para movilizar la cantidad de inversión privada necesaria para cumplir con los objetivos climáticos.
“La asignación estratégica de subvenciones, capital y garantías es fundamental para mejorar los desafíos de sostenibilidad de la deuda”, insiste el informe, sugiriendo que una combinación equilibrada de estos instrumentos puede reforzar la resiliencia financiera y mitigar los riesgos asociados con la deuda en países de bajos ingresos.
Las IFD también deben considerar un enfoque más equilibrado en sus inversiones, abordando tanto tecnologías maduras como emergentes en el sector de la energía limpia. Históricamente, tecnologías como la generación eólica y solar han recibido la mayor parte de los fondos, pero es crucial también dirigir la atención hacia tecnologías de mayor riesgo y con menor financiamiento, como la eficiencia energética, el almacenamiento y los combustibles limpios.
“Las IFD deberían centrar su atención en tecnologías de mayor riesgo y con financiación insuficiente, como la eficiencia energética, el almacenamiento y los combustibles limpios, que son cruciales para la siguiente fase de la transición energética”, concluye el informe.