“Los tsimanes tienen menos arteriosclerosis que las mujeres y hombres japoneses que siguen una dieta extremadamente baja en grasas”, le dice a BBC Mundo el antropólogo Hillard Kaplan en la sala de su casa de San Borja, hasta donde viajamos para entender más el trabajo que lidera desde hace más de 20 años.
Sus investigaciones -hechas con académicos de la Universidad del Sur de California y Nuevo México, en EE.UU-, han revelado que los tsimanes tienen las arterias más sanas que se hayan estudiado hasta ahora en el planeta y que su cerebro envejece a un ritmo mucho más lento que el de sus pares norteamericanos, europeos y de otras regiones del mundo.
Ese vigor otoñal que vimos en Martina se repite en decenas de ancianos tsimanes que mantienen en pleno siglo XXI prácticas preindustriales de agricultura, pesca y caza como medios de subsistencia, las cuales -según nos cuenta Kaplan- “implican actividades físicas y formas de alimentarse que evidentemente tienen un efecto en su particular estado de salud”.
En palabras de Kaplan: un tsimane de 80 años tenía la misma salud cardiovascular y cerebral que un adulto de 55 años en Nueva York o Londres. Y a la hora de envejecer, sus cerebros parecían hacerlo de forma mucho más lenta.
“Nos encontramos con cero casos de alzhéimer entre toda la población adulta. Es muy notable en medio del mundo que vivimos”, nos relata Eid en las afueras del hospital de Trinidad, donde él está a cargo de una nueva fase de investigación con los ancianos tsimanes. Con los datos ya obtenidos, los científicos comenzaron a trabajar con más ahínco que nunca para descubrir la fuente de ese bienestar prolongado.
Los dos estudios dirigidos por Kaplan fueron corroborados ampliamente por otros investigadores, varios de ellos consultados por BBC Mundo, quienes los confirmaron como una importante revelación tanto en el campo de la medicina como en el de la antropología